Residuos de pesticidas en alimentos en Perú, un análisis retrospectivo

Agroclub

Por: Sebastián Iglesias

El presente estudio aborda los residuos de pesticidas en alimentos agropecuarios primarios en Perú, destacando el impacto del uso intensivo de compuestos químicos en la seguridad alimentaria, la salud humana y el medio ambiente. Basándose en datos proporcionados por SENASA para los años 2022 y 2023, se evaluaron los niveles de cumplimiento con los Límites Máximos de Residuos (LMR) y las tendencias en el uso de ingredientes activos.

Resumen

Métodos: Se analizaron 5181 muestras en 2022 y 4902 en 2023, seleccionadas con base en criterios de consumo, riesgo y operatividad. El análisis se realizó mediante técnicas avanzadas de cromatografía y espectrometría, clasificando las muestras como conformes o no conformes según normativas internacionales.

Resultados: Los resultados indicaron una disminución en el porcentaje de conformidad con los LMR, pasando del 81.18% en 2022 al 78.25% en 2023. Los ingredientes activos más destacados por su incremento fueron el Triazophos (72.88%), Fipronil (38.27%) y Dimethoate (33.78%). A su vez, se observó una reducción en el uso de Omethoate (-6.86%). Estos datos evidencian una mayor dependencia de compuestos tóxicos en la agricultura peruana.

Conclusiones: El estudio resalta la necesidad de fortalecer los sistemas de monitoreo y control, ampliando la cobertura geográfica y los productos analizados. Además, se enfatiza la promoción de alternativas sostenibles como el manejo integrado de plagas para reducir los riesgos asociados al uso de plaguicidas. Los hallazgos subrayan la urgencia de implementar medidas regulatorias más estrictas y estrategias educativas para mitigar los impactos en la salud pública y el medio ambiente.

Introducción

Los pesticidas desempeñan un papel esencial en la agricultura moderna al controlar plagas y enfermedades, lo que permite incrementar la productividad y garantizar el suministro de alimentos. Sin embargo, su uso intensivo y desregulado plantea serios riesgos para la salud humana y el medio ambiente. Diversos estudios han evidenciado que la exposición a pesticidas se asocia con enfermedades crónicas graves, como cáncer, disrupciones endocrinas y alteraciones neurológicas, además de afecciones respiratorias y reproductivas (Honles et al., 2022; Galagarza et al., 2021). Estos compuestos, diseñados para ser tóxicos para organismos específicos, suelen tener impactos adversos en organismos no objetivo, incluyendo humanos, fauna silvestre y comunidades microbianas esenciales para los ecosistemas agrícolas.

Un problema clave en la gestión de pesticidas es la falta de monitoreo sistemático y la insuficiencia de los mecanismos de control. En Perú, las cifras proporcionadas por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA) reflejan un escenario preocupante: en Lima y Callao, el 26% de las muestras de alimentos exceden los Límites Máximos de Residuos (LMR), mientras que a nivel nacional el 47% de los alimentos analizados en mercados contienen pesticidas peligrosos como clorpirifos y carbofurano (SENASA, 2023; Delgado-Zegarra, Álvarez-Risco, & Yáñez, 2018). Entre 2011 y 2015, el incumplimiento en los estándares nacionales pasó del 24.87% al 30.73%, evidenciando una tendencia creciente que compromete la seguridad alimentaria y expone a la población a riesgos tóxicos significativos (Delgado-Zegarra et al., 2018).

Además, la falta de monitoreo adecuado contribuye al uso indiscriminado de pesticidas, lo que ha fomentado la aparición de resistencias en plagas. Este fenómeno obliga a los agricultores a incrementar las dosis o recurrir a combinaciones de productos químicos, lo que amplifica los riesgos para la salud y el medio ambiente. Las resistencias no solo reducen la efectividad de los controles químicos, sino que también generan un círculo vicioso de dependencia hacia compuestos más tóxicos o restringidos, exacerbando los problemas asociados al uso de pesticidas.

En regiones rurales como los Andes centrales, donde el acceso a regulaciones y capacitación técnica es limitado, se ha identificado una exposición constante a pesticidas. Un estudio reciente detectó la presencia de 170 compuestos relacionados con pesticidas en muestras de cabello de habitantes locales, lo que subraya la magnitud del problema en estas áreas vulnerables (Honles et al., 2022). Paralelamente, incluso productos etiquetados como orgánicos, como la quinua y el tomate, han presentado niveles de residuos que exceden los límites permitidos, tanto en normativas nacionales como internacionales, generando dudas sobre la confiabilidad de los sistemas de certificación y el control de calidad (Higuchi et al., 2023; Montaño-Roldán, 2023).

Otros problemas asociados incluyen la contaminación de recursos naturales esenciales, como el agua y el suelo, debido a la acumulación y persistencia de residuos químicos. Esta contaminación no solo afecta la biodiversidad, sino que también pone en riesgo a comunidades dependientes de estos recursos. Por otro lado, la falta de educación y capacitación sobre el manejo adecuado de pesticidas incrementa los riesgos de intoxicación aguda entre los trabajadores agrícolas, así como la exposición crónica en los consumidores.

La situación actual demanda una acción integral que aborde los múltiples problemas asociados con el uso de pesticidas, desde el incumplimiento de las normativas hasta la creciente resistencia de las plagas. Resulta imperativo fortalecer los sistemas de monitoreo y control, ampliar la cobertura de análisis a más regiones y productos, y promover alternativas sostenibles al uso de plaguicidas químicos, como el manejo integrado de plagas y el desarrollo de bioplaguicidas. Este estudio tiene como objetivo evaluar la presencia y niveles de residuos de pesticidas en alimentos de consumo en Perú, analizar las tendencias de incumplimiento de los estándares de seguridad alimentaria.

Métodos

Diseño del Estudio

El presente estudio se diseñó como una investigación observacional descriptiva basada en el análisis de residuos de plaguicidas en alimentos agropecuarios primarios en Perú durante los años 2022 y 2023. La información utilizada proviene de los informes anuales de monitoreo “Monitoreo de Residuos Químicos y Otros Contaminantes en Alimentos Agropecuarios Primarios y Piensos” elaborados por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA), los cuales detallan el muestreo y los resultados obtenidos en esos periodos (SENASA, 2022; SENASA, 2023).

Selección de Muestras

La selección de los alimentos agropecuarios se realizó en función de varios factores, como la cantidad y forma de consumo, los resultados de monitoreos previos y una evaluación del factor de riesgo. Además, se consideró la capacidad operativa de los laboratorios del SENASA. En 2022, se analizaron 5181 muestras de alimentos de origen vegetal provenientes de 24 regiones del país, mientras que en 2023 se analizaron 4902 muestras. Entre los alimentos evaluados se incluyeron productos como manzana, uva, cebolla, tomate y zanahoria, seleccionados por su importancia en la dieta local y su potencial riesgo de contaminación (SENASA, 2022; SENASA, 2023).

Procedimiento de Muestreo

Las muestras fueron recolectadas por personal capacitado del SENASA siguiendo el procedimiento denominado “PRO-SIAG-07”, que garantiza la calidad y uniformidad del proceso de muestreo. Estas muestras se obtuvieron de diversas etapas de la cadena productiva, incluyendo producción primaria, establecimientos de procesamiento primario, mercados de abasto y puestos de control cuarentenario externo. Para el año 2023, las muestras provinieron de todas las regiones del país, con un enfoque en las áreas de mayor consumo y producción agropecuaria (SENASA, 2023).

Análisis de Laboratorio

El análisis de laboratorio se llevó a cabo en la Unidad del Centro de Control de Insumos y Residuos Tóxicos (UCCIRT) del SENASA. Los métodos analíticos incluyeron técnicas avanzadas como cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas en tándem (LC/MS/MS), cromatografía de gas acoplada a espectrometría de masas (GC/MS) y espectrometría de masas acoplada a plasma inductivamente acoplado (ICP-MS) para el análisis de metales pesados. Estas metodologías aseguran una alta sensibilidad y especificidad en la detección de residuos de plaguicidas y otros contaminantes (SENASA, 2022; SENASA, 2023).

Interpretación de Resultados

Para la interpretación de resultados, las muestras se clasificaron como conformes (MC) cuando los valores de residuos estaban dentro de los Límites Máximos de Residuos (LMR) establecidos por normativas internacionales, como el Codex Alimentarius, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos y la Unión Europea. Las muestras que excedieron estos límites o contenían sustancias prohibidas se clasificaron como no conformes (MNC). Este enfoque permitió una evaluación precisa del nivel de contaminación en los alimentos analizados (SENASA, 2023).

En 2022, de un total de 5181 muestras analizadas, 4206 (81.18%) resultaron conformes para residuos químicos, mientras que en 2023, de 4902 muestras evaluadas, 3836 (78.25%) cumplieron con los LMR. Estos resultados reflejan una disminución en el porcentaje de conformidad entre ambos años, lo que subraya la importancia de mantener e intensificar los esfuerzos de monitoreo y regulación en el país (SENASA, 2022; SENASA, 2023).

Procedimiento

Esta base de datos incluye información sobre el año, el nombre del ingrediente activo, su clase química y la frecuencia de uso reportada. Primero, se verificó la consistencia y longitud de las listas de datos para garantizar su uniformidad. Luego, se agrupó la información por ingrediente activo para calcular la frecuencia total de uso, sumando los valores correspondientes a los diferentes años. Posteriormente, se seleccionaron los 10 ingredientes activos con mayor frecuencia para visualizarlos mediante un gráfico de barras, destacando su relevancia en el uso agrícola y su impacto potencial. Todo el procesamiento y visualización de datos se realizó utilizando herramientas de análisis de datos en Python, como pandas y matplotlib, asegurando un manejo riguroso y transparente de la información.

Análisis estadístico

El análisis estadístico aplicado en el monitoreo de plaguicidas durante los años 2022 y 2023 se basó en la comparación de frecuencias absolutas y porcentuales de registros de ingredientes activos. Se evaluaron los incrementos relativos y absolutos en el uso de distintos plaguicidas, destacando aquellos con variaciones significativas. Por ejemplo, el Triazophos presentó el mayor incremento porcentual, con un 72.88% en 2023 respecto a 2022, lo que corresponde a un aumento absoluto de 43 usos. Otros plaguicidas, como el Fipronil y el Dimethoate, mostraron incrementos del 38.27% y 33.78%, respectivamente. Esta metodología permitió identificar tendencias específicas en el uso de compuestos químicos, resaltando patrones crecientes en el uso de ciertos organofosforados y otros agentes químicos​

Resultados

El análisis comparativo de los plaguicidas entre los años 2022 y 2023 revela un incremento significativo en el uso de ciertos ingredientes activos. Por ejemplo, el Fipronil, perteneciente a la clase química de los fenilpirroles, mostró un aumento del 38.27%, pasando de 196 registros en 2022 a 271 en 2023. Similarmente, el Chlorpyrifos, un organofosforado ampliamente utilizado, incrementó en un 15.65%, alcanzando 170 registros en 2023 desde los 147 del año anterior. El caso más destacado fue el Triazophos, otro organofosforado, cuyo uso creció en un 72.88%, pasando de 59 registros en 2022 a 102 en 2023. Por otro lado, aunque la mayoría de los plaguicidas reportaron incrementos, el Omethoate presentó una reducción del 6.86%, pasando de 102 registros en 2022 a 95 en 2023. Estos resultados resaltan patrones diferenciados en el uso de plaguicidas, indicando una tendencia al alza en la utilización de algunos compuestos específicos, mientras que otros registraron estabilidad o disminución (tabla 1).

Tabla 1. Comparación anual de registros de plaguicidas por clase química, frecuencia de uso e incrementos absolutos y porcentuales (2022-2023).

AñoPlaguicidasClase QuímicaIncrementoIncremento %
2022FipronilFenilpirrol19600
2022ChlorpyrifosOrganofosforado14700
2022OmethoateOrganofosforado10200
2022ChlorfenapyrPirazol7500
2022DimethoateOrganofosforado7400
2022TriazophosOrganofosforado5900
2022CypermethrinPiretroide5400
2022MethamidophosOrganofosforado4800
2022MonocrotophosOrganofosforado4300
2022DiuronUrea Sustituidas3000
2023FipronilFenilpirrol2717538.27%
2023ChlorpyrifosOrganofosforado1702315.65%
2023TriazophosOrganofosforado1024372.88%
2023DimethoateOrganofosforado992533.78%
2023ChlorfenapyrPirazol962128.00%
2023OmethoateOrganofosforado95-7-6.86%
2023ClothianidinNeonicotinoide7600
2023LufenuronBenzoylurea5700
2023PyraclostrobinEstrobilurina5400
2023ProcymidoneDicarboximida4800

En la figura 1 se observa que los triazoles lideran en frecuencia, seguidos de los organofosforados y neonicotinoides, destacando su amplia aplicación en el control de plagas. Las clases químicas menos frecuentes incluyen derivados de ácidos tetramicos y benzoylureas, reflejando un menor uso o una aplicación más específica. Estos datos evidencian una tendencia hacia el uso intensivo de compuestos ampliamente reconocidos por su efectividad en la agricultura, aunque su predominio también puede asociarse a riesgos ambientales y de salud pública.

Figura 1. Distribución de la frecuencia de uso de clases químicas de plaguicidas en el monitoreo agrícola.

En la figura 2 destacan los diez ingredientes activos más frecuentemente utilizados en el monitoreo agrícola. El Fipronil encabeza la lista con la mayor frecuencia, seguido por el Chlorpyrifos y el Omethoate, lo que refleja su prominencia en los programas de control de plagas. Ingredientes como Lufenuron, Cypermethrin y Pyraclostrobin presentan frecuencias menores, indicando un uso más restringido o específico.

Figura 2. Frecuencia de los 10 ingredientes activos más utilizados en el monitoreo agrícola.

La figura 3 compara la frecuencia de uso de diferentes ingredientes activos entre 2022 y 2023. El Fipronil muestra el mayor incremento, con un aumento considerable en su frecuencia en 2023. También se observan incrementos notables en el uso de Chlorpyrifos, Dimethoate y Triazophos, reflejando su creciente aplicación en el control de plagas. Por el contrario, el Omethoate experimenta una ligera disminución en su uso, mientras que otros ingredientes, como Methamidophos y Monocrotophos, permanecen estables. Esta comparación destaca cambios en las preferencias y estrategias de manejo agrícola entre ambos años.

Figura 3. Comparación anual de la frecuencia de uso de ingredientes activos en el monitoreo agrícola (2022 vs 2023).

Entre los ingredientes activos con mayor incremento porcentual en su uso entre 2022 y 2023 destaca el Triazophos, un organofosforado cuya frecuencia aumentó en un 72.88%, pasando a 102 registros en 2023, con un incremento absoluto de 43 usos. Le sigue el Fipronil, un fenilpirrol, que incrementó su uso en un 38.27%, alcanzando 271 registros, con un incremento absoluto de 75. Por su parte, el Dimethoate, también un organofosforado, tuvo un incremento del 33.78%, sumando 99 registros en 2023, con un aumento absoluto de 25. Asimismo, el Chlorfenapyr, de la clase química pirazol, mostró un incremento del 28.00%, alcanzando 96 registros con un aumento absoluto de 21. Finalmente, el Chlorpyrifos, otro organofosforado, experimentó un incremento del 15.65%, llegando a 170 registros, con un incremento absoluto de 23. Estos datos reflejan una tendencia creciente en el uso de ciertos plaguicidas específicos en 2023 (figura 4).


Figura 4. Ingredientes activos con mayor incremento porcentual en frecuencia de uso entre 2022 y 2023.

Discusión

El presente estudio muestra un incremento significativo en el uso de ciertos ingredientes activos en plaguicidas, como el Triazophos, que registró el mayor incremento porcentual con un 72.88% entre 2022 y 2023, seguido por el Fipronil y el Dimethoate. Estos resultados destacan la creciente dependencia de plaguicidas organofosforados y fenilpirroles, conocidos por su alta eficacia en el control de plagas, pero también por sus implicancias en la salud humana y el medio ambiente.

El Fipronil, clasificado como moderadamente tóxico por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un compuesto persistente en el ambiente. Su toxicidad está vinculada con alteraciones hepáticas, endocrinas y neurotóxicas, lo cual ha sido corroborado en estudios experimentales (Mohammadi et al., 2019). Además, su acumulación en sistemas acuáticos puede tener efectos devastadores en la fauna acuática, exacerbando riesgos ecológicos. Por otro lado, el Chlorpyrifos, ampliamente utilizado en Perú, ha sido restringido en varios países debido a su capacidad de inhibir la acetilcolinesterasa, causando trastornos neurológicos severos. Su exposición prenatal se ha relacionado con un impacto negativo en el coeficiente intelectual y el desarrollo neurológico de niños (Bouchard et al., 2011). Este compuesto es de especial preocupación debido a su toxicidad tanto aguda como crónica.

El Triazophos, clasificado como altamente tóxico, es un disruptor endocrino y neurotóxico. Estudios en animales han demostrado su capacidad para alterar el equilibrio hormonal y generar estrés oxidativo, con consecuencias significativas para la reproducción y el sistema nervioso central (Yang et al., 2020). De manera similar, el Dimethoate presenta una toxicidad aguda notable al inhibir la acetilcolinesterasa, causando síntomas de intoxicación que incluyen dificultad respiratoria, confusión y, en casos severos, muerte (Eaton et al., 2008). Su uso continuado podría aumentar el riesgo de exposición tanto en trabajadores agrícolas como en consumidores a través de residuos en alimentos (WHO, 2010). Otro compuesto relevante es el Chlorfenapyr, un desacoplador mitocondrial que, aunque menos frecuente, tiene una toxicidad alta en concentraciones elevadas. Este plaguicida está restringido en varios países debido a sus efectos acumulativos en organismos no objetivo (Casida & Durkin, 2013). El Cypermethrin, un piretroide, es considerado moderadamente tóxico, pero su exposición crónica puede causar efectos neurotóxicos y dermatológicos en humanos (He et al., 2018).

La aplicación frecuente y creciente de estos compuestos químicos plantea riesgos importantes no solo para la salud humana, sino también para los ecosistemas. Su persistencia ambiental y capacidad de bioacumulación agravan los impactos ecológicos, mientras que el uso continuado puede fomentar la resistencia en plagas, reduciendo la efectividad de los controles químicos. Estos hallazgos subrayan la necesidad urgente de fortalecer las políticas regulatorias y promover alternativas sostenibles como el manejo integrado de plagas, que minimicen la dependencia de plaguicidas químicos.

Entre las principales limitaciones del presente estudio se encuentra la dependencia de los datos proporcionados por los informes anuales de monitoreo, lo que podría omitir información relevante sobre plaguicidas no incluidos en las muestras. Además, la evaluación se basa en límites máximos de residuos establecidos por normativas internacionales, pero no se consideraron posibles sinergias o efectos acumulativos entre diferentes compuestos presentes en los alimentos. Otra limitación es la falta de análisis del impacto estacional y geográfico en el uso de los plaguicidas, lo que podría proporcionar un contexto más detallado sobre las prácticas agrícolas en diferentes regiones de Perú. Finalmente, no se evaluaron de manera directa las implicancias toxicológicas en consumidores locales, lo cual sería un aspecto esencial para estudios futuros.

Por lo tanto, es imperativo que las autoridades peruanas fortalezcan las medidas de monitoreo y regulación de pesticidas en alimentos, implementando programas de vigilancia en tiempo real y expandiendo su cobertura para abarcar más regiones y productos agrícolas. Además, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y la educación de los agricultores sobre el uso adecuado de pesticidas son fundamentales para mitigar esta problemática. Es responsabilidad de todos garantizar que los alimentos que consumimos sean seguros y saludables. La implementación efectiva de regulaciones y la promoción de prácticas agrícolas responsables son esenciales para proteger la salud de la población y preservar el medio ambiente.

Conclusión

El análisis de los resultados muestra un incremento significativo en el uso de ciertos plaguicidas como el Triazophos, que experimentó un aumento del 72.88%, el Fipronil, con un incremento del 38.27%, y el Dimethoate, con un 33.78%. Estos datos evidencian una tendencia creciente en la utilización de compuestos altamente tóxicos en el ámbito agrícola peruano. Además, se observó una disminución en el uso de Omethoate (-6.86%), lo que podría reflejar cambios en las preferencias de manejo agrícola. Los hallazgos también destacaron diferencias en las frecuencias de uso por clase química, con los organofosforados, fenilpirroles y piretroides liderando los registros.

Referencias

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Casida, J. E., & Durkin, K. A. (2013). Neuroactive insecticides: Targets, selectivity, resistance, and secondary effects. Annual Review of Entomology, 58, 99-117. https://doi.org/10.1146/annurev-ento-120811-153645

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