Roedores en el sector agrícola: Un problema que necesita atención

Sebastian Iglesias-Osores
Seymour el roedor comedor de paltas

Por:

Sebastian Iglesias-Osores

Jefe de Investigación, Registros y Desarrollo

Clenvi SAC – Grupo Silvestre /

Círculo de Investigación y Redacción Científica (CINRECI)

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Introducción

El crecimiento demográfico conlleva una demanda creciente de recursos alimenticios, lo cual impulsa la expansión de la frontera agrícola y la diversificación de cultivos. Estos cambios, sumados a las variaciones climáticas y las fluctuaciones de temperatura asociadas al cambio climático, intensifican la presencia y proliferación de plagas (Cameron & Scheel, 2001). Por consiguiente, el control efectivo de plagas se convierte en un componente crítico para asegurar la seguridad alimentaria y proteger la producción agrícola de potenciales amenazas.

Los roedores representan una plaga significativa en el sector agrícola, tanto en las etapas de precosecha como en las de postcosecha, debido a sus hábitos omnívoros que les permiten consumir una amplia variedad de cultivos (Jacob & Tkadlec, 2010). La presencia de roedores en ámbitos agrícolas puede generar daños significativos, no solo al consumir y contaminar las provisiones alimenticias, afectando directamente la producción agrícola, sino también al comprometer la estructura física de instalaciones y edificaciones (Rabiu & Rose, 2004). Su comportamiento roedor es una causa conocida de daños estructurales graves, incluyendo el riesgo de cortocircuitos e incendios provocados por el deterioro de cables.

Además, el desafío no radica únicamente en el consumo directo de los productos agrícolas; estos animales también contaminan grandes cantidades de alimentos a través de la saliva, heces y orina, exacerbando el problema y aumentando la importancia de implementar medidas de control efectivas. Además, el impacto en la salud pública es considerable, dada la capacidad de estos animales para actuar como vectores de enfermedades infecciosas graves, como la leptospirosis y la peste. Estas enfermedades pueden ser transmitidas a través de los roedores, lo que representa un riesgo considerable para la seguridad alimentaria y la salud humana (Figura 1).

noticia Roedores en el sector agrícola
Figura 1. Titulares que advierten sobre la problemática de la plaga de roedores.

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Fluctuaciones poblaciones de roedores

La dinámica poblacional de los roedores en entornos agrícolas está determinada por una combinación de factores bióticos y abióticos. Elementos clave como la disponibilidad de alimentos, la existencia de refugios adecuados, condiciones de temperatura óptimas y la presencia de depredadores naturales, todos juegan un papel crucial en el mantenimiento y fluctuación de sus números(Wang et al., 2021). Estas fluctuaciones poblacionales pueden estar influenciadas por cambios climáticos y la disponibilidad de recursos alimenticios. Además, la territorialidad intrínseca entre las diferentes especies de roedores y la competencia por parejas reproductivas son factores biológicos que pueden causar variaciones significativas en la densidad de población de roedores a lo largo del tiempo(Steinmann et al., 2009).

La disponibilidad de recursos como el alimento es un factor crucial que influye en la población de roedores. Un suministro abundante, especialmente cuando es resultado de intervenciones humanas como la agricultura, puede conducir a un crecimiento rápido y significativo en el número de roedores, a menudo resultando en explosiones demográficas. Los roedores pequeños, aquellos con un peso menor a 250 gramos, tienden a presentar fluctuaciones cíclicas en sus densidades poblacionales (Figura 2). Estos ciclos biológicos, donde sus números aumentan y disminuyen periódicamente, están influenciados por diversos factores ecológicos y ambientales. Comprender estos ciclos es esencial para gestionar el impacto de las poblaciones de roedores en la agricultura y los ecosistemas(Andreassen et al., 2020).

gráfica 1 Roedores en el sector agrícola
Figura 2. Esquema de los ciclos poblacionales de roedores pequeños, mostrando los distintos patrones del crecimiento y decrecimiento de su población. Un incremento en el número de individuos no implica necesariamente la formación de una plaga.

La Figura 2 muestra un aumento en el uso de rodenticidas en Perú desde 1990 hasta 2020, aunque constituyen una proporción menor comparado con otros tipos de pesticidas. Las fluctuaciones en su uso podrían estar relacionadas con variaciones en las prácticas agrícolas, la dinámica poblacional de los roedores o la resistencia a los rodenticidas. Este crecimiento refleja cambios en la gestión de plagas y posiblemente una expansión en la actividad agrícola que requiere una mayor aplicación de estos productos a lo largo del tiempo.

Las fluctuaciones en el uso de rodenticidas observadas en la figura 4 pueden reflejar no solo la estacionalidad agrícola, con sus distintos ciclos de siembra y cosecha, sino también los patrones inherentes de fluctuación en las poblaciones de roedores. Es probable que durante los períodos de mayor actividad agrícola y cuando las condiciones ambientales favorecen la disponibilidad de alimento, las poblaciones de roedores experimenten picos que a su vez requieren un manejo más intensivo mediante rodenticidas para proteger los cultivos. Además, los cambios estacionales pueden influir tanto en la actividad de los roedores como en su visibilidad, haciendo más necesaria la intervención para mitigar su impacto negativo en la producción (Figura 3).

gráfica 2 Roedores en el sector agrícola
Figura 3. Consumo de Rodenticidas en Perú (1990-2020).

Un factor crucial es la precipitación, que se ha asociado con un incremento en la vegetación temprana, como retoños y plántulas, y este crecimiento vegetativo puede elevar la temperatura del suelo, creando condiciones óptimas para que los roedores incrementen su actividad y reproducción (Andreassen et al., 2020). Sin embargo, se cree que una reducción en la tasa reproductiva y comportamientos denso-dependientes, como la agresión hacia los jóvenes, son factores clave en el declive poblacional ante una menor disponibilidad de alimento(Huang et al., 2021). Tras esta disminución, la población tiende a estabilizarse durante 2-3 años, un fenómeno que suscita gran interés debido a que se sostiene en bajos niveles a pesar de condiciones ambientales y de alimento similares a las que previamente desencadenaron la plaga(Giulia et al., 2022). Este patrón ha llevado a algunos científicos, a considerar un posible componente genético en estas explosiones poblacionales de roedores.

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Daños causados por roedores

Los monitoreos agrícolas han constatado una presencia alarmante de roedores en múltiples zonas de cultivo, lo cual se manifiesta por señales inequívocas como excrementos y daños directos a la vegetación (Figura 4). La actividad roedora se ha identificado por las mordeduras en tallos y frutos, lo que compromete la salud y el crecimiento de las plantas. Además, se reporta una incidencia habitual de roedores, con impactos negativos en la infraestructura agrícola, incluyendo el sistema de riego. Esta problemática, extendida a lo largo de diferentes parcelas y variedades de cultivos, demanda una respuesta rápida y efectiva en términos de control y medidas preventivas para asegurar el bienestar y la productividad agrícola (Figura 5).

daños por Roedores en el sector agrícola
Figura 4. Daños por roedores en flores, frutos y granos de palta, granado, ají y maíz.
más daños por Roedores en el sector agrícola
Figura 5. Daños por roedores en frutos de palta, corteza de cítrico y cintas de riego.

Los roedores, a menudo percibidos solo como una amenaza para los cultivos por el consumo directo, también pueden inducir enfermedades en las plantas que alteran su morfología y fisiología, llevando a la disfunción celular y tisular, y en casos graves, a la muerte de la planta o partes de ella. Estos daños se manifiestan de diversas maneras(Aulicky, 2022):

  • El debilitamiento de la planta por la sustracción constante de nutrientes para el sustento del roedor.
  • La alteración metabólica celular a través de la secreción de toxinas o enzimas.
  • El impedimento en la translocación de nutrientes y agua por daños en los tejidos conductores.
  • La destrucción del contenido celular, facilitando la infección por patógenos.

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Manejo integrado de roedores

El plan de acción integral diseñado para el manejo eficaz de roedores en el ámbito agrícola debe abarcar desde la evaluación inicial y el monitoreo constante de la situación, pasando por la implementación de prácticas culturales que disminuyan el hábitat propicio para los roedores, hasta la aplicación cuidadosa de control químico con rodenticidas. Además, se subraya la importancia de reparar los daños ocasionados y de adoptar medidas preventivas a largo plazo. La capacitación del personal en estas prácticas y la evaluación periódica de los resultados son fundamentales para garantizar la sostenibilidad y eficacia de las intervenciones. A continuación, se presenta el esquema detallado de este plan de acción (Figura {6).

Figura 6. Manejo integrado de roedores (MIP) en la agricultura.

Un plan esquematizado ofrece un enfoque integral para el manejo de roedores en el ámbito agrícola, iniciando con una evaluación y monitoreo cuidadosos que incluyen inspecciones iniciales y el uso de trampas de monitoreo. Las prácticas culturales propuestas abogan por el manejo adecuado de la vegetación y una limpieza meticulosa para eliminar posibles refugios. En el ámbito del control químico, se recomienda el uso restringido y estratégico de rodenticidas, enfatizando su aplicación cuidadosa para proteger a otros animales y humanos.

El Plan Integral de Manejo de Roedores es una estrategia exhaustiva diseñada para abordar y controlar la población de roedores en áreas agrícolas o urbanas. Este plan se compone de varias fases críticas para asegurar una gestión efectiva y sostenible de estos animales.

La primera fase, Evaluación y Monitoreo, es fundamental para entender la magnitud del problema. Comienza con una Inspección Inicial, donde se realiza un examen minucioso del área para identificar las zonas más afectadas y la extensión del problema de roedores. Esta etapa es seguida por un Monitoreo Continuo, donde se instalan trampas no letales para evaluar regularmente la población y actividad de los roedores. Este monitoreo es vital para tomar decisiones informadas en las siguientes etapas del plan.

La segunda fase se enfoca en las Prácticas Culturales. Aquí se incluyen acciones como el Manejo de la Vegetación, que implica mantener cortada la hierba y malezas para eliminar los escondites y caminos de tránsito de los roedores. Además, se promueve la Limpieza y Orden, eliminando montones de madera, piedras y otros materiales que puedan servir de refugio. Estas prácticas son esenciales para reducir los hábitats favorables para los roedores y prevenir su proliferación.

En caso de que las prácticas culturales no sean suficientes, se considera el Control Químico. Esta tercera fase implica el uso de Rodenticidas, pero solo como último recurso, y siempre asegurándose de que sean específicos para roedores para minimizar el impacto en otras especies. La Aplicación Cuidadosa es crucial, utilizando estaciones de cebo seguras para prevenir el acceso de animales no objetivo y niños.

En la sección de Control Químico del plan de manejo de roedores, se sugiere una implementación cautelosa del uso de rodenticidas. Se recomienda iniciar con dosis iniciales altas para atacar de manera efectiva las poblaciones de roedores en áreas con niveles de infestación elevados. Para optimizar la efectividad del tratamiento, se debe considerar la relación entre el principio activo del rodenticida y su concentración en el cebo. Esta relación se mide en partes por millón (ppm), y se debe calcular cuidadosamente para determinar la dosis necesaria que resulte letal para las especies objetivo, como la rata Rattus Rattus y el ratón Mus musculus, basándose en su peso corporal promedio (Tabla 1). La precisión en la dosificación es crucial para asegurar que el rodenticida actúe eficientemente sin causar daños indebidos a otras especies no objetivo:

Principio activoRattus norvegicusMus musculus
Warfarina58,00374
Clorofacinona20,501,06
Coumatetralyl16,50mayor 2000
Difacinona3,00141
Difenacoum1,801,80
Bromadiolone1,1251,75
Difethialone0,561,29
Flocoumafen0,462,4
Brodifacoum0,260,40
Tabla 1. DL50 Oral Aguda (mg Principio activo/kg. Peso)(Coto & Organización Panamericana de la Salud, 2015).

Para una aplicación efectiva del control químico en la gestión de roedores, se debe proceder con precaución, ubicando los rodenticidas estratégicamente bajo los troncos de los árboles de palta, una técnica que garantiza la accesibilidad a los roedores al mismo tiempo que minimiza los riesgos para otras especies y seres humanos (Figura 7). El ajuste de las dosis de rodenticida es un proceso dinámico que depende del monitoreo continuo de la actividad de los roedores, con el fin de mantener la infestación en un máximo del 5% en el campo.

Figura 7. Tigmotaxia presente al observarse las huellas de roedores al lado de la malla en un campo de arándano.

Dentro de las prácticas de Evaluación y Monitoreo, la captura viva post-aplicación del rodenticida es una herramienta valiosa que permite evaluar la efectividad del tratamiento y obtener un índice actualizado de infestación. Además, es crucial realizar revisiones periódicas de los daños a los frutos, como los frutos roídos, para determinar la eficacia del tratamiento aplicado y realizar ajustes si es necesario. Estas prácticas son esenciales para un manejo integrado de plagas que busque la sostenibilidad y protección de la producción agrícola.

La cuarta fase es la Reparación y Prevención. Esto incluye la reparación de infraestructuras dañadas, como las cintas de riego, y la consideración de materiales más resistentes a mordeduras. También se implementan medidas de Prevención a Largo Plazo, como el almacenamiento adecuado de residuos y una gestión eficiente de recursos hídricos, para no atraer roedores.

La Educación y Capacitación del Personal constituyen la quinta fase. Se enfoca en capacitar al equipo en prácticas de manejo integrado de plagas y en el uso seguro y efectivo de trampas y rodenticidas. Además, se busca mantener al personal informado y consciente sobre la importancia de mantener limpias y ordenadas las áreas de trabajo.

Finalmente, la sexta y última fase es la Evaluación de Resultados. Se realiza un Seguimiento Periódico para determinar la efectividad del plan y hacer ajustes según sea necesario. Esta etapa es crucial para asegurar que el plan se mantenga relevante y eficaz a lo largo del tiempo.

La reparación y prevención de daños es un componente crítico del plan, enfocado en la reparación de infraestructuras afectadas y la adopción de estrategias a largo plazo para evitar nuevas infestaciones. La capacitación y concienciación del personal son fundamentales para asegurar la ejecución eficiente del plan, mientras que la evaluación constante de los resultados garantiza la adaptabilidad y mejora continua de las tácticas implementadas. Este modelo de plan resalta la importancia de una estrategia de gestión de plagas que sea sostenible y efectiva.

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Estimación de infestación

El método utilizado para estimar la abundancia es el basado en el éxito de trampeo, concepto definido como el número de individuos capturados mediante la utilización de un sistema de trampas durante un período de tiempo controlado con un valor umbral de 5% (Coto & Organización Panamericana de la Salud, 2015):

Para una gestión efectiva, se aconseja el uso de trampas Tomahawk en áreas donde se observen ratas, y trampas Sherman para zonas donde se detecten ratones. Esta diferenciación es crucial debido a las variaciones en tamaño y comportamiento entre ratas y ratones, lo que hace que cada tipo de trampa sea más eficaz para una especie específica.

Se sugiere colocar aproximadamente cien trampas por hectárea, una densidad que permite un monitoreo y control efectivos de la población de roedores. Esta cantidad asegura una cobertura adecuada del área, aumentando las posibilidades de captura y proporcionando una imagen clara de la magnitud de la infestación.

Es importante destacar que el plan no recomienda medir el nivel de infestación basándose en el consumo de cebo rodenticida. Esta metodología puede ser engañosa, ya que el consumo de cebo no necesariamente refleja la cantidad real de roedores presentes.

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Disposiciones finales

Para garantizar una gestión eficiente del control de roedores en el ámbito agrícola, es crucial mantener una documentación meticulosa. Los registros deben incluir todas las evaluaciones, monitoreos y aplicaciones de rodenticidas realizadas. Esta información es fundamental para el análisis a largo plazo y permite realizar ajustes basados en evidencia. En cuanto a la disposición de los roedores muertos, deben ser inmersos en una solución al 18% de hipoclorito de sodio y después colocados en doble bolsa plástica roja para su eliminación segura. Adicionalmente, se debe proceder con la desinsectación de áreas con alta infestación para controlar las pulgas.

En conclusión, la gestión eficaz de las poblaciones de roedores en la agricultura es un desafío multifacético que requiere un enfoque integral y adaptativo. Las fluctuaciones en las poblaciones de roedores, influenciadas por una variedad de factores ecológicos y humanos, tienen un impacto significativo en la producción agrícola y la seguridad alimentaria. El manejo integrado de plagas, que combina prácticas culturales, control químico y monitoreo constante, es esencial para mitigar este impacto. Este enfoque no solo aborda los problemas inmediatos causados por los roedores, sino que también considera la sostenibilidad y la protección del ecosistema. La documentación meticulosa y la evaluación continua son fundamentales para ajustar las estrategias de manejo y garantizar su efectividad a largo plazo. La colaboración entre agricultores, científicos y autoridades es crucial para desarrollar y mantener prácticas de gestión que sean tanto efectivas como respetuosas con el medio ambiente.

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Referencias

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